Entonces, ¿todo el mundo puede pintar? Claro que sí. Y cantar. Y escribir. El idiota cantará, pintará o escribirá su idiotez y el genio su genialidad. Entre lo uno y lo otro hay vastos espacios vacíos (como en el universo) por los que andan cometas que nos recuerdan al de Halley, llamado en la antigüedad Baalcebú, es decir, rey de las Moscas, al que tantas veces me he referidos en otros escritos… el de Fernández Molina es el de la genialidad. De otro modo no valdría la pena hablar de él.
La cisterna de Chichén-Itza, de Ramón J. Sender. Editorial Acervo. Barcelona: 1981
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