La huella de Antonio Fernández Molina (Alcázar de San Juan, 1927-Zaragoza, 2005) es alargada. Se trata de un personaje fascinante y complejo que lo abordó casi todo: fue poeta y narrador, estudioso de creadores (Picasso, Dalí, Miguel Labordeta, Wols. Pizarnik…), artista personalísimo vinculado a las vanguardias y al postismo, fue periodista y crítico de arte. Su obra literaria ha sido elogiada y vindicada por doquier: figura en antologías de poesía y de relato. En poesía, además de su lírica seria o para adultos, escribió mucho para niños con una imaginación muy especial que abrazaba el romance, la canción o el haiku. Su hija Isabel F. Echeverría, una cuidadosa pintora e ilustradora, acaba de publicar Baila la araña en su tela (Libros del Innombrable, 2010), con piezas de su padre e ilustraciones suyas: surrealistas, fantásticas, llenas de ingenio y de candor, oníricas y, desde luego, muy próximas a la pintura de AFM, llena de animales y de monstruos.
A&L
Artículo aparecido en el suplemento literario «Artes & Letras» de Heraldo de Aragón, el día 3 de marzo de 2011.
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